Veréis, Imagen corporativa es una novela corta y, precisamente, el mayor defecto que he le he encontrado es ese: que se me ha hecho muy, muy corta, aunque seguramente el formato elegido por el autor haya sido el adecuado. Yo hubiese querido más, pero en realidad, siendo así, se convierte en un relato directo, que te atrapa de manera rápida y que no te suelta hasta que terminas con ella. De manera que, mal que me pese, hasta en eso ha acertado José Torres.
La historia, de la que prefiero no desvelar mucho, cuentas las desventuras de un tal Santana, (un glorioso Santana), a partir de la muerte de una compañera de oficina. Este Santana, quizás Doppelgänger literario de algún tipo real con el que el autor habrá tenido que tratar, es el protagonista absoluto y el pilar central de la novela. Personaje despiadado, psicópata adepto de la iglesia de la productividad y practicante convencido del más radical darwinismo económico, es, además, el típico acosador, cargado de complejos ocultos, incapaz de sentir la más mínima empatía. En el fondo no se trata más que de un pobre donnadie, uno de esos locos por medrar con el que cualquiera podría toparse en el trabajo. Santana, descrito magistralmente por el autor, es un cordero que ejerce de lobo con casi todos los que tiene alrededor (sobre todo con los que tiene por debajo), sin darse cuenta de que su carne será igualmente triturada por el sistema antes o después.
“Los dedos empiezan a bailar claqué en los teclados: ha llegado Santana, y Santana quiere actividad, música, energía. Personas proactivas, siempre”.
Podemos decir que este personaje es el motor y el eje principal de la novela, casi su protagonista absoluto. A través de sus acciones y de sus reflexiones, José Torres nos lleva de viaje por un microuniverso tan particular como atrayente, el de la vida diaria en los bajos fondos de una multinacional, en esa oficina maldita poblada de seres grises, sin alma, que es uno de los mejores reflejos de la sociedad actual que he leído últimamente. Economizando en frases, yendo siempre al grano, el autor nos muestra ese ecosistema de una manera tan acertada que termina por convertirse en el segundo protagonista de la obra. Y es que, una de las cosas que más me han gustado de esta Imagen corporativa, ha sido la manera en la que José Torres utiliza una supuesta historia de terror, para mostrar la cruda realidad de nuestra sociedad.
Veréis: cuando Beatriz, una de las compañeras de Santana, se quita la vida desesperada, esa historia de costumbrismo empresarial se torna en un relato de pérdida de la cordura, de descenso a los infiernos… Apenas sabemos nada de ella, solo que a su penosa situación familiar se unen las constantes humillaciones a las que la somete nuestro protagonista, y que la suma de ambos factores, termina pronto por convertirse en una sentencia para ella. Y a partir de entonces, la insistente presencia de un fantasma reflejado (quizás la culpa de Santana encarnada, quizás otra cosa), nos lleva a transitar el terreno del más puro terror psicológico. El autor, no sé si queriendo hacer uso de una metáfora de la realidad, da a entender que tras el brillo que nos rodea se esconde una presencia muy oscura que nos acecha siempre. Ponerle nombre ya es cosa de cada uno. Y esa presencia, quizás la única manifestación posible del remordimiento del tal Santana, será la que nos conducirá a un final impactante, acorde al tono del relato.
La novela, estructurada en 21 fragmentos (no sé si llamarlos capítulos), da muestras de un vigor narrativo constante. José Torres no aburre nuca. Te deja siempre con ganas de más, de saber más, de conocer más… Haciendo uso de un lenguaje certero, muy ingenioso, en el que las frases parecen podadas con bisturí, el autor nos lleva de la mano en todo momento, obligándonos a mirar donde quiere que miremos, sin distraernos nunca. Los diálogos son constantes y siempre tienen esa doble virtud que los hace tan valiosos: por un lado, hacen progresar la narración, y por otro sirven para describir a la perfección a los personajes y su mundo.
En mi opinión, Imagen corporativa es una estupenda novela, un pequeño y divertido Macguffin, que utiliza la aparición de estas extrañas visiones para llevarnos a reflexionar sobre el mundo en el que vivimos. Y quizás, ese sea el mayor acierto de la obra. En pocas páginas, el autor hace un retrato acertadísimo de lo peor de nuestra sociedad, de ese capitalismo caníbal que nos rodea, sin centrarse en él, pero teniéndolo siempre presente. Pero no os engañéis, Imagen corporativa es un novela corta muy divertida, nada de análisis sesudos en sus páginas, «solo» una historia de terror psicológico, y desde mi punto de vista esa es una de sus mayores virtudes. Mientras acompañamos en su caída a este hijo de puta exquisito, y bajamos a los infiernos con él, mientras leemos con frenesí, podemos escuchar frases que nos resultan tan familiares que casi escuecen. Frases sobre el emprendimiento, sobre el rendimiento en el trabajo, sobre la superación… sobre la crisis, que en realidad no son más que justificaciones del mal más absoluto, un mal con el que comulgamos y que nos hemos visto obligados a aceptar porque otros lo aceptaron primero. Y este marco, es lo que hace tan aterradora la imagen en su conjunto. La fantasía está entretejida con la realidad, de manera que todo resulta mucho más inquietante.
Así que, si queréis una historia que transcurra rápida, casi a la velocidad de la luz, con personajes que parezcan vivos, con un toque de terror psicológico, bien escrita y bien contada, que además os deje poso, este es vuestro libro. Dadle una oportunidad a Imagen corporativa de José Torres. Es una pequeña gran novela. No os defraudará…